Veinticinco años después puse un pie nuevamente en Londres, ¡Uauhh. lo leo y no lo creo! La primera vez que fui tenía 17 años. En mi casa poco se sabía de la cultura inglesa. y la verdad es que nada sabía de esa ciudad por lo que ingresé a Europa en 1993. Lluviosa, gris. Y por mis ojos pasaron el Big Ben, Tower of London, el Támesis, Oxford street, Hyde park, y un poco de las afueras: Windsor castle y Oxford. La verdad que sin dejar mayor huella.
La perspectiva, un cuarto de siglo después cambió 180º. Claro que la primera vez había ido en Diciembre, en pleno invierno. Mientras que esta vez fui en Abril, ya iniciada la primavera. En compañía de mi hija, que tenía la misma edad que yo cuando pisé por primera vez esta ciudad. Eta vez, todo me dejó sin aliento.
Ciudad cosmopolita, turística, corporativa, histórica, evolucionada, heterogénea pero homogénea a la vez, contradictoria en el buen sentido de la palabra: tradición por un lado y múltiples culturas por el otro. Zonas y edificios históricos en un lado y nuevas y emergentes construcciones por el otro. Apasionante.
Sí, apasionante. Ver como múltiples razas y culturas se entrelazan entre callejuelas angostas, que crecieron y se urbanizaron a lo largo de siglos, y que todo fluye de manera casi sinfónica. Londres sorprende por su prolijidad a pesar del hormigueo humano. Los parques y las plazas están cuidados y previstos casi de manera estratégica para darle aire y respiro, naturaleza y suavidad a un sin número de construcciones que marcan diversos estilos según el barrio en el que uno transite. Canteros de tulipanes lo dejan a uno hipnotizado.
A los clásicos paseos turísticos que no hay que perderse: El Big Ben , La Torre de Londres, la catedral de St. Paul, el Museo Británico, Hyde park, el cambio de guardia de Buckingham, la abadía de Westminster, el palacio de Kensington, Abbey Road para caminar como un Beatle, le suceden algunas atracciones también ya muy conocidas como el Big Eye o rueda de la fortuna, el museo de cera de madame Tussauds, la calle Carnival, el barrio chino y una linda salida al teatro a ver los clásicos de siempre, como El rey león o por qué no incursionar en alguna obra más nueva.
En estos más de 20 años que hacía que no pisaba suelo inglés los atractivos de esta ciudad no pararon de crecer y renovarse. Se fueron sumando recorridos para hacer como son Notting hill desde la ya mítica película que tuvo su nombre. Más allá del clásico Londres elegante de la zona de Harrods, o el del “Shopping” en Oxford Street cuando uno encima es un acérrimo seguidor de las series de Netflix, muchas de las zonas a las que uno va estarán empapadas de aquellas historias y personajes como “Mr. Selfridges”. Pensar en “las parteras del Est End” circulando en sus bicicletas, o las pandillas de “Peaky Blinder” y sus viajes a Candem. Lo cierto es que Londres tiene mucho para ver y uno como viajero debe decidir qué tipo de Londres va a recorrer.
Claramente si es la primera vez que uno va la pasada histórica tradicional no puede ser dejada de lado. Pero la realidad, es que Londres tiene mucho para dar: vida citadina, arte, gastronomía, innovación, botánica, historia. Son tantas las cosas en las que uno puede enfocar que hay que armar un buen plan para priorizar y no dejar nada afuera. También es importante utilizar los recursos al alcance del viajero para que las cosas sean más fáciles.
El clásico Hop on – Hop off es un aliado para tener una buena vista de la ciudad y así decidir dónde poner luego el foco. La Oyster card (Una especie de SUBE) facilitará el acceso a los colectivos y subtes y es recomendable sacarla apenas se llega al aeropuerto. En mi opinión si bien el subte londinense es un clásico, es recomendable utilizar los colectivos y aprovechar cada paseo para mirar y mirar, y no dejar de observar.
Algunas de las zonas emergentes y que de a poco se transforman en blanco de los turistas recurrentes son las de Shoreditch y Hoxton, en el viejo East End. Es como recorrer una especie de Palermo viejo con una onda más bohemia, pero sin dejar de ser chic. Allí se podrá encontrar por ejemplo el restaurante del famoso cocinero Jamie Oliver. También está la galería de arte Victoria Miró., mercados callejeros completan el recorrido. Es un buen lugar para ir a pasear un domingo.
Y como siempre la realeza es parte de la historia, cuando uno viaja a Londres, se cruza con los palacios y por qué no, se toma el tren para recorrer las afueras, el clásico Windsor Castle o alguna ciudad aledaña. Al hacerlo, recomendamos siempre caminar, y entremezclar con los habitantes del lugar, tomar algo en un pub y observar alrededor. Siempre suceden cosas interesantes cuando uno está ávido de experimentar con los ojos. Y en eso este recorrido ya sea por la ciudad o sus alrededores no nos dejará defraudados, ni cerca.
Mercedes Cordeyro
@Viaja2net
Fotos
Manuela Conte
Mercedes Cordeyro